Este año desde Erletxea, Información y denuncia de ayudas y derechos sociales (Irun, Gipuzkoa), hemos querido trabajar la formación. Para comenzar hemos elegido la renta Básica de las iguales. De esta manera hemos impartido una serie de talleres a agentes políticos, sindicales y sociales. Hemos compartido estos talleres con Ahal dugu-Podemos, Esker Anitza, Cáritas, Korapilatuz, LAB y ELA.
La idea a la hora de realizar estos talleres era la de poder informar y compartir ideas sobre una herramienta que para nosotras es fundamental, la Rbis, en la que venimos trabajando desde mucho tiempo atrás. El debate sobre las rentas mínimas y las rentas básicas está en estos momento de candente actualidad en la prensa, raro es el partido que no tenga su propuesta de Renta Básica. Sin embargo, creemos que se confunden términos y conceptos que es conveniente aclarar. Queremos evitar titulares como este: "Euskadi concede una renta básica de entre 650 a 959 euros a casi 65.000 personas". No es lo mismo una renta mínima que una renta básica y dentro de estas últimas son diferentes las propuestas que están sobre la mesa. Esto es lo que desde nuestra experiencia y conocimiento hemos tratado de explicar en estos talleres.
Cuando hace más de tres años empezamos a trabajar en Korapilatuz, Espacio abierto de entidades y profesionales de la Intervención Social de la comarca del Bidasoa, una de las ideas que nos movía era la de tratar de realizar una fotografía de la realidad social de nuestra comarca. Pero no se trata únicamente de conocer esta realidad para poder interpretarla sino también para poder cambiarla. Realidad que no es otra que la de un sistema capitalista en el que vivimos, despilfarrador de recursos y altamente injusto en la distribución de la riqueza de todas las personas. Un sistema igualmente explotador, donde una pequeña minoría de personas ejerce un poder que esclaviza a la gran mayoría de la población. Es desde aquí desde donde partimos, de un sistema que acapara los recursos y se queda con la mayor parte de la riqueza que producimos en un reparto desigual realizado mayormente mediante el empleo.
Es aquí donde tiene sentido la renta básica de las iguales como un instrumento, como una herramienta anticapitalista. Y nos preguntamos, ¿Puede la RBis ser un instrumento adecuado para luchar contra: este sistema de producción, este sistema de distribución, esta estructura de poder, este conjunto de valores, incluida la propiedad privada? Nosotras creemos que sí.
Antes de nada debemos separar la paja del grano, pues como ya comentábamos no todas las propuestas son rentas básicas y en ocasiones nos quieren dar gato por liebre. Es fundamental que distingamos las rentas mínimas de las rentas básicas. Las rentas mínimas en forma de prestación económica o ayudas sociales llevan entre nosotras muchas décadas. Durante la dura década de los ochenta del siglo pasado, en una situación de fuerte reconversión industrial y todo lo que esto conllevó de altos niveles de desempleo estructural, desde la entonces CEE se hizo una recomendación, la implantación de una renta mínima de inserción. El modelo fue el francés. Esta recomendación debía ser implementada por los Estados miembros, en el caso del Estado español el gobierno central pasó la patata caliente a las comunidades autónomas. Por la situación especial que vivíamos en la Comunidad Autónoma Vasca el Gobierno Vasco en 1989 después de tres años de debate implanta la primera renta mínima dentro del Plan de Lucha contra la Pobreza que denominó IMI. Ya en este siglo dentro de lo que se denominó Carta de los Derechos Sociales se reformuló el IMI y se pasó a llamar renta básica, en un claro intento de apropiarse del término. La más reciente es la ley para la Garantía de Ingresos y para la Inclusión Social de donde emana el Decreto de Renta de Garantía de Ingresos, la conocida como RGI. Si bien tanto la recomendación de la CEE como el Plan del Gobierno vasco nacen con la filosofía de paliar y ocultar al mismo tiempo el creciente empobrecimiento y exclusión, es decir, que se entendía como provisional, parece que el empobrecimiento y la exclusión no solo han permanecido sino que han aumentado.
Ya dentro del primer Plan de Lucha contra la Pobreza nos encontramos los dos tipos de rentas mínimas que hay en la actualidad. La primera es la AES. Esta ayuda es una prestación económica que se concede puntualmente ante una situación de excepción o emergencia. Ésta no es un derecho subjetivo por lo que está sujeta a presupuesto, lo que significa que una vez acabada la cuantía asignada hay que esperar al próximo presupuesto para percibir la ayuda. Es una ayuda que si bien sale del presupuesto del Gobierno Vasco son los ayuntamientos los encargados de concederla y gestionarla.
Es una ayuda familiar pues se concede a familias, según el nivel de ingresos o de renta de la unidad de convivencia, condicionada pues hay que demostrar 6 meses de empadronamiento, carencia de empleo y/o recursos económicos, ser mayor de 23 o ser mayor de 18 con cargas familiares y está sujeta a una contraprestación concediéndose puntualmente con el compromiso de realización de itinerarios de inserción laboral. Por lo tanto las AES son rentas mínimas familiares, condicionadas, y con contraprestación.
La otra prestación económica importante es la Renta de Garantía de Ingresos o RGI. Esta prestación se concede a personas que demuestren situación de carencia de recursos económicos y estén dispuestas a la reinserción social. Es un derecho subjetivo, esto quiere decir que no está sujeta a presupuesto, lo que significa que si bien el Gobierno Vasco otorga una cuantía a esta prestación anualmente si ésta se acaba antes de finalizar el año tendrá que buscar cómo seguir financiándola si continúa habiendo personas que deben percibirla.
Igualmente es familiar, condicionada a la edad (23 años), el empadronamiento (3 años) y los recursos económicos, además está sujeta a una contraprestación (cumplir un itinerario de inserción laboral). De la Ley del 2008 se desprenden otros decretos que regulan otras prestaciones a modo de complemento de la RGI como la PCV, Complemento de Pensiones o la Renta Complementaria de Ingresos de Trabajo.
Es importante resaltar que todas estas rentas mínimas están orientada a satisfacer las necesidades del mercado y por tanto condicionadas al empleo.
La definición más extendida de Renta Básica es de un Derecho, que tienen todas las personas, de percibir una cantidad periódica para satisfacer sus necesidades materiales. De esta definición se derivan tres características estructurales: que sea individual, incondicional y universal.
Individual, es decir, que no está sujeta a la familia, sino a la persona individualmente siendo ésta el sujeto de derecho.
Incondicional, es decir, que además de no estar sujeta al mercado de trabajo, tampoco el nivel de ingresos justifique ninguna discriminación.
Universal, es decir, que además de no ser contributiva, es para todas y cada una de las personas, sin que haya algún motivo para que justifique ninguna exclusión.
Una de las mayores diferencias que podemos encontrar entre las rentas mínimas y las rentas básicas es que estas últimas están orientadas a satisfacer las necesidades de las personas mientras que como ya hemos indicado las rentas mínimas están orientadas en todo momento a satisfacer las necesidades del mercado y por lo tanto del empleo. Algo que la nueva consejera de Empleo y Políticas Sociales tiene muy claro cuando dice que su prioridad "no es una renta básica universal sino mejorar la RGI"
Estas tres características estructurales son por decirlo de una manera coloquial la prueba del algodón. Sin no se da alguna de las tres no es una renta básica.
Además de estas tres características estructurales con el paso del tiempo desde la Coordinación Baladre en la que participamos como Erletxea se ha añadido cuatro características que se denominan de opción política.
Una de éstas sería la cuantía/equidad, donde la cantidad a percibir por las personas será equitativamente la misma para todas nosotras, con total independencia de la edad, los ingresos, el género, etc. Y la cuantía a percibir que se propone como mínimo sea la definida por el Umbral de Pobreza, esto es, el equivalente al 50% de la renta per capita, es decir, la relación que hay entre el PIB y la cantidad de habitantes de un país. Para obtener la renta per capita, hay que dividir el PIB de un país, territorio, municipio, ... entre su población.
Esta sería la cuantía, en cuanto a la redistribución se plantea la creación de un fondo social o FBR de donde, por ejemplo, la cantidad total de la Rbis que recibiría cada persona sería un 80% percibido de forma directa mientras que el otro 20% iría destinado a constituir dicho fondo. Este fondo se dedicaría a financiar los bienes y servicios públicos como la sanidad, la educación la vivienda, transporte, equipamientos y servicios para la atención a la tercera edad, infancia o personas con necesidades especiales, etc.. La toma de decisión de las necesidades a financiar con el FRB serían definidos y gestionados por la comunidad. De este modo toda persona tendrá el mismo derecho a intervenir y decidir en el debate para tal asignación.
Desde nuestro punto de vista con el tiempo las cantidades asignadas personalmente y las destinadas al FBR deberían ir revirtiendo de modo que pase a ser mayor la cantidad asignada al FBR, es decir, a cubrir las necesidades de las personas de forma comunitaria en decisiones colectivas. Con ello estamos apostando por un proceso que nos permita ir generando las habilidades y condiciones para la satisfacción de las necesidades por el conjunto de la comunidad haciendo que la economía de mercado deje de regular nuestras relaciones sociales.
La tercera de las características de opción política es la refundición, que consiste en un proceso en el que se sustituirían la mayoría de las prestaciones actuales por la RGI, haciendo que acabáramos todas disfrutando uniformemente de este nuevo derecho. Prestaciones que están sometidas a la lógica de las contraprestaciones, el control y las trabas burocráticas.
Y para acabar y no menos importante es la implantación desde la base social, donde sea la movilización por la consecución de la RGI, de abajo hacia arriba, y no de arriba hacia abajo, haciéndola con la participación de personas y movimientos sociales en una. Es difícil que nos las den sin más por lo que es importante exigirla desde la lucha social.
Resumiendo tenemos igualdad ante la cuantía a percibir, igualdad de participación y decisión con el fondo para renta básica, y igualdad equitativa con la refundición de todas las demás prestaciones y por supuesto todo ello desde la base social.
Son bastantes los artículos que se pueden encontrar en Internet enumerando las desventajas y el porqué no se debe o no se puede llevar a cabo ningún modelo de Renta Básica, ahí están pero nosotras queremos enumerar algunas ventajas que poner en la balanza.
Aquí algunas ventajas: mayor seguridad e independencia económica personal, más autonomía para elegir entre trabajo asalariado y actividad creativa, mayores posibilidades de movilización para defender los derechos laborales (salarios, jornada, contratación, condiciones de trabajo, etc.); mayor posibilidad de reducir los niveles de pobreza y exclusión mayor capacidad para luchar contra la discriminación de género y el patriarcado.
Más justa distribución de la renta, mayor autonomía para desligarse del productivismo y el consumismo, es un derecho ciudadano más; permite luchar contra las trampas de la pobreza, el paro, la mendicidad y sus estigmas sociales: mendigo, pobre, parado, pensionista. Evita los costes burocráticos que las otras políticas de rentas conllevan; asegura la participación ciudadana horizontal, permite enfrentarse a la erradicación de la pobreza.
No, la Rbis no va a solucionar los muchos problemas que tenemos pero si se postula por ser una herramienta que con su carácter trasversal puede facilitar y aportar muchas soluciones. Busca ser una herramienta destinada a crear condiciones para procesos de transformación social, con un objetivo a largo plazo como es el arrebatar al mercado y al empleo los espacios de relación, cooperación, seguridad y participación necesarios para ir cambiando conciencias y articulando voluntades, construyendo espacios de autonomía, relación y organización.
Es una propuesta que aporta un horizonte estratégico de lucha contra la lógica productivista y mercantilista del capitalismo y todo el marco de valores en el que se sostiene. Entendemos por tanto la RGI como una herramienta, y no como un fin, que posibilita mediante la creación de un nuevo derecho basado en la vida humana con dignidad, el reconocimiento y ejercicio real de derechos, y por lo tanto la seguridad y libertad efectiva para todas las personas.
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