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Si quieres Renta Básica de las iguales, u otras ayudas sociales, déjate explotar

Sobre la defensa de la dignidad del trabajo (explotación en el capitalismo) ha escrito, y seguirá escribiendo, mucha gente. Encontramos con frecuencia que el que escribe en contra de la Renta Básica de las iguales es el mismo que está, consciente o inconsciente, a favor del empleo explotado.

¡El empleo ha muerto! ¡Viva el trabajo autogestionado! Zialdoka

El furibundo frenesí por la dignidad del trabajo

Sobre la defensa de la dignidad del trabajo (explotación en el capitalismo) ha escrito, y seguirá escribiendo mucha gente. Igual que lo hacen en contra de la RBis. Es decir, encontramos con frecuencia que el que escribe en contra de la RBis es el mismo que está, consciente o inconsciente,[1] a favor del empleo explotado.

En los dos artículos, (reseña y respuesta),[2] de LRJ aparecen enlazados estas dos compulsiones. Una, dedicada a esa “extraña pasión, ese furibundo frenesí[3] por defender el trabajo como una obligación, como un deber. Y la otra dispuesta a combatir cualquier propuesta de ayuda social, que lleve la forma de derecho, que ponga en cuestión tanto esa maldición moralista judeo-cristiana,[4] como ese encomio del trabajo con ideología capitalista. El trabajo es lo que fortalece la dignidad al ser humano.

Ya en su día (1892), Pedro A. Kropotkin, se enfrentaba a esta nefasta concepción del trabajo y decía: “el derecho al bienestar es la posibilidad de vivir como seres humanos y de criar los hijos para hacerlos miembros iguales de una sociedad superior a la nuestra: al paso que el derecho al trabajo es el derecho a continuar siendo siempre un esclavo asalariado,un hombre de labor, gobernado y explotado por los burgueses del mañana. El derecho al bienestar es la revolución social, el derecho al trabajo es, a lo sumo, un presidio industrial […] lo que ahora hay que proclamar es el derecho al bienestar social”.[5] Paul Lafargue ya había antes (1880) reaccionado duramente contra estos apologistas de la obligación de trabajar, y señalaba a “los curas, los economistas y los moralistas como los culpables de haber sacro-santificado el trabajo, [de inculcar] ese furibundo frenesí por el trabajo, de rehabilitar lo que Dios ha maldecido”.[6] Finalmente, incluyo la opinión de una persona baladrina, que recuerda como los de La Polla Records decían aquello de: no disfrutamos trabajando, ni en el paro.

Derechos humanos y ángeles celestiales; dos temas esotéricos

Uno de los rasgos del opinante profesional en red es su habilidad para utilizar el victimismo como caparazón para esconder sus errores. Nadie cuestiona el derecho de LRJ a opinar, sino que en mi respuesta, descubro, comento, y le afeo los errores que hay en sus opiniones. Esto le irrita y le empuja a acogerse al victimismo como forma de defensa. Digamos que, como hace el chipirón, llena una hoja de tinta (palabras, frases) para esconderse detrás del “derecho a defenderse”. A partir de esta huida de sus anteriores comentarios sobre la RBis, del tirar la piedra y esconder la mano, añade una retahíla de excusas, tales como que sólo pretendía en la “reseña cuestionar, debatir, la viabilidad y la pertinencia de la propuesta de Renta Básica de los Iguales. [Que] no hay que ser un experto en el tema, como afirma de manera antidemocrática JIF. Porque la democracia quiere decir la libre circulación de opiniones entre los ciudadanos, no entre los expertos. [Qué] si cada ciudadano ha de se un experto en aquello de lo que se habla entonces la democracia es imposible”. Es decir, LRJ hace un uso y abuso de trampas del lenguaje, llena su respuesta a la mía con la palabrería propia del victimista, y entonces me atribuye intenciones que no están en mi crítica a sus erróneas opiniones. El que yo le reclame prudencia ante lo que no parece conocer, repito, no supone que cuestiono su derecho de opinión, como afirma; lo que le recrimino, y lo vuelvo a hacer, es la emisión de opiniones equivocadas que hace en el ejercicio de ese derecho. Voltaire lo dejaba resumido en una frase; defiendo tu derecho a expresarte, lo que no supone que estoy de acuerdo con, o a tolerar lo que dices.

En cualquier limbo de los justos, seguramente las o los ángeles, disfrutarán de estos derechos celestiales, ahora llamados humanos. Las relaciones estamentales que existen entre ellos, aceptadas como arcángeles, ángeles, querubines, no causarán ningún sentido de abuso de poder, de explotación, de desigualdad, de miseria e inseguridad. Seguramente, las relaciones entre estos seres celestiales sean como las que se reproducen en un termitero u hormiguero, donde cada grupo (obreras, guerreras, policías, Reina) cumple con su obligación sin cuestionar las estructura jerárquica y la desigualdad que exige tal división social del trabajo. El rango de mandar, como la mansedumbre y la obediencia, va en los genes de cada grupo.

Pero, en el capitalismo, hablar de derechos humanos es tan esotérico como hablar del sexo de los ángeles. En esta sociedad, ni somos ni debemos aceptar discursos que nos hablen de comportarnos como las hormigas. En el capitalismo, todos somos robados por la clase dominante, por los amos del mundo: “un dos por ciento del total de adultos en el mundo, unas 70 millones de personas, poseen más de la mitad de la riqueza mundial”.[7] Vivimos una de esas turbulencias del sistema que deja bien evidente cual es su lógica: apropiarse de las riqueza que es de todos (recursos naturales) y de la riqueza producida colectivamente por todos (población), desatendiendo las necesidades de los humanos y más bien causando el exterminio de los más desamparados. Informa Jean Ziegler de que “cerca de dos mil millones de seres humanos viven en lo que el PNUD llama "la miseria absoluta", sin un ingreso fijo, sin trabajo regular, sin habitación adecuada, sin cuidados médicos, sin alimentación suficiente, sin acceso a agua limpia, sin escuela (...)”.[8] Y la Organización Mundial de Salud señala que “la pobreza es la causa principal de muerte en el planeta y la creciente diferencia entre ricos y pobres una amenaza a la salud mundial”.[9] Estas penurias hacen que unos 150 millones de personas mueran anualmente en el planeta. (Supongo que se han ido de este mundo sin pagar la deuda social que más abajo menciona LRJ).

La realidad que reflejan los datos de estas organizaciones mundiales nos dan una dimensión de lo que es el capitalismo maltusiano: la existencia de unos pocos ricos que, en su ambición, no dudan en crear ese reguero de millones de muertos. Claro que su derecho a la propiedad privada otorgado por la carta DDHH les autoriza a legitimarse ante los creyentes y defensores de este texto legal, curiosamente redactado por ‘sabios y expertos’ al servicio de tales clases dominantes.

Por lo que, en su subjetividad, LRJ podrá sentir lo que afirma: “yo hablo de trabajo necesario, de deuda social en el sentido que todos debemos aportar algo y esto en cualquier sociedad. Estamos en una sociedad capitalista, efectivamente, y su lógica es nefasta. [Para seguir insistiendo en que] yo utilizo los recursos y bienes de este trabajo y debo aportar algo y esta es la lógica del bien común”. Esta frase contiene unas afirmaciones que pertenecen al limbo de los justos, “tales como la deuda social” y el que “si yo utilizo los recursos y bienes de este trabajo, debo aportar algo y esta es la lógica del bien común”, afirmaciones que se contradicen con la segunda la de que “la lógica de la sociedad capitalista es la de una sociedad nefasta”, no del bien común. Por lo que, así como se contradice cuando defiende la enseñanza y la sanidad pública sin reclamar un pago a cambio en horas de trabajo a los que acudimos a la misma, no entendemos porque la reclama cuando se trata de la RBis sin trabajar. Entonces, ¿cuál es la razón para cambiar de actitud, de criterio? Tan necesaria es la salud, como la educación, como el resto bienes y servicios que componen la cesta del bienestar humano. Sus opiniones me llevan a la conclusión de lo que a él le molesta es que haya quien pueda optar a vivir sin pasar por el aro del sistema, sin pasar por el mercado de trabajo, como propone la RBis. Sin embargo, debiera saber que en la rica Alemania sólo un 41% de la población vive del empleo asalariado; el resto lo hace de tres tipos de renta básica no estatal: 30% del colchón familiar, 20% de las pensiones, y 9% del subsidio de paro.

Por tanto, si esta sociedad es nefasta, no nos oponemos a respetar que su subjetividad le lleve a seguir cumpliendo con su deber en ella, pero esto no es una ética que todos los que vivimos dentro del sistema estamos obligados a seguir. Las propuestas con carácter esotérico, como el deber de trabajar, de trabajar porque es digno, o de “que hay que garantizar el derecho al trabajo, o de repartir el trabajo asalariado”, empleo que decide el empresario, u otras como la de de “si a alguien no se le puede garantizar el trabajo hay que ofrecerle una renta mínima” contienen en sí mismas una falsa conciencia de la realidad del sistema. Si todo esto está ocurriendo es porque existe una estructura de poder que las está generando en su beneficio. Es decir, en ningún momento JRL se plantea atacar las causas sistémicas de tales «disfuncionalidades sociales», que sería como atacar el poder que está detrás de las mismas, sino que apela al esoterismo para buscar soluciones que no pongan en riesgo el capitalismo. Medidas dentro, pero no contra. Se duele, entonces, de que pensemos que, entre las dificultades enormes que encuentra la aceptación de una RBis entre los poderes fácticos de la economía y reales de la política, estén personajes como él que escriben e influencian la opinión pública en contra de este derecho burgués. Será estalinista mi evaluación de sus dos textos, pero tengo que repetir que le hacen un buen servicio a los mencionados poderes.

Entonces, los que nos consideramos anticapitalistas nos comportamos desde otras y muy diferentes éticas. Lo que nos lleva a sostener que, en el capitalismo, reclamar deberes como contrapartida a derechos es equivalente a reclamar la justicia social basada en el ojo por ojo y el diente por diente; supone seguir y mantener la propuesta de la solidaridad como una mercancía que se intercambia. ¡Cuantas horas hay que trabajar para que los trabajadores reciban un salario, y los necesitados una ayuda! Sin embargo, ¿por qué alguien que no contribuye, como el capitalista, que más bien se apropia de lo que la gente produce, ha de respetársele recibir algo que no es suyo? ¿Cuál es la aportación de esta clase social para recibir como un derecho, el derecho a la propiedad privada,[10] clase que no cumple aportando algo como deber? Este deber podría ser el de no robar la propiedad de la riqueza que la mayoría produce, como señalaba PJ Proudhon.[11] El deber de no disponer de la vida de las personas a su antojo, diciendo quien y quién no tiene empleo, a quien explota y a quien no porque le despide. Porque, ante una situación generalizada de empobrecimiento como la que acaba de comenzar con la crisis, ¿cómo se resuelven las duras situaciones de tantos millones de personas? Por ejemplo, las ECAS, cansadas de esperar una decisión del gobierno catalán, y ante el número de personas en paro, desahuciadas, incapacitadas, sin techo, etc., es decir sin recursos, viviendo en la pobreza, han decidido proponer ir más allá de la RMI y reclaman una renta básica de subsistencia para las gentes de estos colectivos afectados.[12] Incluso señalan las fuentes financieras de donde tendrían que salir estos recursos. Supongo que LRJ tampoco estará de acuerdo con esta reclamación, si no le aseguran que el número de beneficiados no trabajará para los servicios públicos en alguno de los mismos.[13] Los de la ECAS saben que estas gentes están en la precariedad por que no hay empleos, y los gobernantes saben que sus reformas laborales favorecen el paro y la precariedad, aparte de repetir que sólo hay renta básica para los bancos, y no para el gasto social.

Un “varios”, como punto de despedida

Si no es muy elegante escudarse en el victimismo para justificar equivocaciones, menos lo es apelar a la manía del buenismo. Simplemente, me cuesta entender porque añade en el cuerpo de su respuesta algo que tanta gente hace en esta sociedad sin darle esa importancia: dice, “publico sin cobrar porque me gusta leer y escribir[14] y porque mucha gente valora lo que hago y así me lo ha hecho saber. Este es el estímulo”. Los motivos personales pueden cambiar, pero conozco a muchas personas que practican este compromiso y no se les ocurre alardear de tal comportamiento. Igual que el derecho a opinar, que nadie le cuestiona, tampoco nadie le pide el deber de presentar credenciales de buenista; lo que si decimos y agradeceríamos, quizás por ser estalinistas, es que el contenido de sus opiniones no sea el fruto de una cháchara del diletante.

El paternalismo de JLR es algo que debemos elogiar. Puede iniciar un debate sobre un tema que asume no conoce, pero dice que “lo bueno de su (mi) artículo es que se puede iniciar aquí un debate sobre el tema; (querrá decir que se puede incorporar, pues el tema lleva ya muchos años debatiéndose). Y sigue precisando que está “dispuesto a colaborar, aunque no con gente como usted (yo), por supuesto, que considera cualquier crítica una impertinencia”; (aparece de nuevo el victimismo). Es decir, este es LRJ, una persona que tiene tiempo para hacer una reseña de un artículo sobre un tema que admite no conocer, pero que, cuando cuestionan sus opiniones, señala “que mi tiempo es limitado y tengo lecturas más interesantes que hacer”. Vuelve a incurrir en pensar que el tiempo de los otros ni es limitado, ni tenemos lecturas tan o más interesantes que leer, además de tener que contestar a sus poco informadas opiniones sobre la RBis. Que yo sepa, es LRJ quien pensó que todavía tenia tiempo para “entrar en abierta polémica con el segundo de este bloque, escrito por tres integrantes del grupo Baladre: José Iglesias Fernández, Óscar García Jurado y Manolo Sáez Bayona que titulan "De la Renta Básica convencional a la Renta Básica de los iguales". Lo que ocurre es que quién dice lo que le parece ha de saber que seguramente tendrá que leer lo que no le gusta. Que le dé las razones que explican porque no me gusta, no le estoy diciendo que cuestiono su derecho a opinar. Pero él tiene la habilidad para tirar balones fuera.

Está por ver y demostrar que “si un país diera la renta básica a su habitantes millones de personas emigrarían a este país. Solo un control férreo de la nacionalidad y de la entrada lo haría posible dentro de un solo país”. Hoy mucha gente podría ir a vivir a países con condiciones mejores, como los nórdicos, y nos quedamos en los nuestros con condiciones bastante más limitadas. Y es que los seres humanos nos movemos por más consideraciones, como las de tipo cultural y familiar que contrapesan las económicas-sociales. Por otro lado, si el planeta es de todos, ¿por que no poder moverte por él a voluntad? LRJ sabe que los cercamientos de tierras los hicieron los señores feudales y los terratenientes, y las fronteras (y muros) son fruto de muchas guerras (imperialismo), establecidas como consecuencia, y no por la gente corriente.

No le pido a LRJ que se lea todo los trabajos sobre la renta básica (en sus varias versiones); no tengo tal pretensión. Pero informarse un poco más, sí. Le repito que este tema está muy argumentado, que todos los que intervienen han debatido pros y contras (con tanta lucidez como él), y que es muy aconsejable evitar aparecer como si fuese el descubridor de la formula de la sopa de ajo. Que opine, porque soy un buen estalinista ya dije que es obvio, como dije que no cuestiono tal derecho, por mucho que enrede al lector con esa música del experto, los sabios, la democracia, los diálogos socráticos, etc. Ahora bien, para enriquecernos todos, le rogaría que, en sus críticas, opiniones o argumentos, no nos trate como a chicos de parvulario.

Como esta será mi última respuesta a LRJ, quiero dejar clara mi posición. En el capitalismo, el empleo asalariado consiste en la explotación del trabajador. Defender el trabajo es defender la explotación. Como no hace distinción entre trabajo o actividad creativa que diría Engels, y trabajo asalariado, su ambigüedad nos deja en la duda de saber que defiende. Lafargue, Kropotkin, Marx y tantos otros autores sí que han huido de la frivolidad a la hora de enfrentarse al trabajo como empleo asalariado distinto de la actividad creativa que ha de presidir la producción de bienes y servicios que respondan a un bien común, de todos y no en el sentido que deciden los capitalistas. William Morris, diseñando la vida en otra sociedad (1890), Nowhere, decía de la naturaleza del trabajo que “la coerción [y explotación] es remplazada por la cooperación a conciencia y un sistema de tareas rotativo y ecuánime asegurará la participación de todos en el mantenimiento de la comunidad. La imaginación, la libertad y la sencillez son cualidades apreciadas a nivel personal, estética y socialmente y nutren la disposición al trabajo… [Y afirmaba, ante la idea de trabar sin la motivación de un salario que] la retribución por trabajar es la propia vida. ¿No es esto suficiente?”.[15]

Para mucha gente, esta idea de igualdad, de apoyo mutuo, de vivir en una comunidad en la que todo es de todos, no es aceptada porque su ideología perturba su capacidad de razonar, hace de barrera para poder traspasar ciertas líneas. Lo cual es una razón suficiente para decir que este intercambio de ideas (o de insultos) acabe en este punto.

Pro memoria. Mis rechazos al capitalismo me llevan a pensar en la comunidad como la unidad de convivencia de aquellas personas que deciden de manera libre, autónoma y voluntariamente vivir de forma colectiva, buscando el bien común y el apoyo mutuo, sin distinción de credos, razas, etnias, edades, sexos, colores, culturas, lenguas, etc., lo que lleva a que la comunidad no tenga necesidad de reivindicar un Estado-nación, y menos por motivos religiosos, étnicos, lingüísticos, culturales, clasistas, geográficos, y demás contingencias. La vida comunitaria prescindirá de los tres pilares de opresión de las sociedades clasistas, como son el Estado, el Mercado y el Dinero.

José Iglesias Fernández

Barcelona, 4 mayo del 2012


[1] Las dos actitudes juegan, ideológicamente, a favor del capitalismo.

[2] Luís Roca Jusmet. Sobre lo que hay o no hay que decir sobre la Renta básica para los iguales. Respuesta a una crítica de José Iglesias Fernández.

[3] Paul Lafargue. El derecho a la pereza. Editorial Fundamentos, 1973.

[4] En el Génesis leemos la condena de Yavé a Adam: “con el sudor de tu rostro comerás el pan, hasta que vuelvas a la tierra, pues de ella has sido tomado, ya que polvo eres y al polvo volverás”.

[5] PA. Kropotkin. Obras. Editorial Anagrama, 1977.

[6] Paul Lafargue. El derecho a la pereza. Editorial Fundamentos, 1973.

[7] En http://www.oecd.org/dataoecd/10/5/37800763.pdf

[8] Jean Ziegler. Los nuevos amos del mundo. En http://www.esposiblelaesperanza.com/

[9] OMS. La pobreza es la causa principal de muerte. En http://www.redtercermundo.org.uy/tm_economico/texto_completo.php?id=2295

[10] Declaración Universal de Derechos Humanos. Artículo 17. 1. Toda persona tiene derecho a la propiedad, individual y colectivamente. 2. Nadie será privado arbitrariamente de su propiedad.

[11] PJ Proudhon. ¿Qué es la propiedad? Ediciones Júcar, 1982.

[12] Toni Sust. “Una renta de subsistencia”. El Periódico de Cataluña, 4 mayo del 2012.

[13] Debo recordar a LRJ algo que ya sabe: los gobiernos están hablando de que sobran 150.000 funcionarios. Cómo para encontrar empleo para estos en los diversos niveles de la Administración.

[14] Suscriptor desde sus albores, la posibilidad de publicar en El Viejo Topo es una decisión que toma quien tiene la propiedad de la revista. Como en el resto de los medos indies, no todos pueden publicar sino los que pertenecen a la majada.

[15] William Morris. Noticias de ninguna parte. Abraxas, 2000.Y Trabajo útil o esfuerzo inútil. Pepitas de calabaza, 2004.