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“La Renta Básica de las iguales: es de suyo que un burro rebuzne, pero es grave que no distinga la alfalfa de la paja”, Jose Iglesias

La Renta Básica. De cuándo las dificultades se convierten en historia

Corría el año 1992 cuando se gestaba en el territorio español un derecho ciudadano al que sólo muy poco nombraríamos como RB.[1] Por los elementos que inicialmente la caracterizaban, pronto comprobamos su naturaleza asistencial y su filosofía al servicio del sistema capitalista. Hubo que desarrollar una limpieza de sus términos, hacer autocrítica, y reconvertir el contenido de la RB en una lectura crítica del capitalismo. Esta lectura recibiría el nombre de RBis, la que, por exigencias de la brutal agresión capitalista a la población que vamos a comentar, haríamos nacer de ella un nuevo instrumento de lucha más afilado contra el sistema: la RC[2].

Desde entonces, la transmutación del capitalismo, no sólo debido a sus crisis, sino también a su propia metamorfosis, está haciendo aparecer su verdadera naturaleza, la que Rosa Luxemburgo clasificó como la barbarie. Convertir el capitalismo en humano y verde, como pretenden algunas personas bienintencionadas, es quimérico. Los tiempos que corren están mostrando como la pobreza y la desigualdad, cada una muy relacionada con la otra, alcanza impactos hasta ahora desconocidos:

En resumen, la precariedad de la vida es el factor que da poder a los poderes del capitalismo para reducir los derechos humanos a favor de sus intereses de clase. La precariedad de la vida es el resultado de la barbarie.

Todo a favor del capitalismo

Apoyado en la propiedad privada como base legal, pero también en el poder que le otorga la riqueza, el capitalismo ha desarrollado varios sistemas de protección y ejercicio del poder: el sistema policial, el sistema jurídico, el sistema penal, el militarismo, el sistema de enseñanza, así como mecanismos de condicionamiento sicológico y adiestramiento mental: medios de comunicación, cine, industrias del ocio, etc. pero también cuenta con la sumisión de personas en el ejercicio de sus habilidades: académicos y contertulios, así como aportaciones voluntarias que manifiestan su apoyo al sistema. En este caso, destacamos la burda colaboración de HPL, mediante las opiniones que vierte en un artículo que llama Todo contra la Renta Básica.[3] Como en otras ocasiones similares, iremos comentando las falsas afirmaciones del autor, que no son ciertas, o carecen del debido rigor argumentativo. Ya de entrada, HPL dice que va a poner en solfa que la “novísima propuesta” de la RB sea un instrumento con “capacidad para solventar la pobreza y reforzar las luchas sociales, pues lamentablemente las desigualdades sociales no se solucionan repartiendo dinero”.

Que un burro rebuzne forma parte de su naturaleza, de su manera de comunicar. Pero que no distinga la alfalfa de la paja es imperdonable. Siguiendo la lista de descalificaciones que HPL emite contra la RB, y que algunas repetirá a lo largo de su artículo, comenzaremos a argumentar sus errores:

- El primer error comienza cuando señala que es una novísima propuesta cuando una primera versión de la lectura convencional de la RB [4] aparece ya en 1986, de la pluma de RJ. van de Veen y P. van Parijs en A capitalist road to communism.[5] Es decir, la propuesta de la RB ya es más vieja que Carracuca.

- El segundo lo comete cunado niega que la RB pueda ser eficaz en dos aspectos: 1) solventar la pobreza, y 2) ser un instrumento para las luchas sociales. Si tenemos en cuenta su definición, de que la RB es el derecho que tienen todas las personas a percibir una cantidad periódica, desde que nacen hasta que mueren, para cubrir las necesidades materiales. Recae sobre la sociedad la obligación de atender los requerimientos materiales que supone el buen vivir. Debido a que la cuantía es, por lo menos igual al umbral de pobreza, y no es necesario pasar por el mercado de trabajo para percibirla, hacen de la RBis un instrumento idóneo para luchar contra el capitalismo. A este nivel de la argumentación, destacamos dos de sus características que tendremos que ir repitiendo por ser la base de su negación de la RB:

- Es revolucionaria. Siendo el mercado de trabajo uno de los principales pilares del capitalismo, el hecho de poder vivir sin necesidad de vender la fuerza de trabajo libera a las poblaciones de la esclavitud contractual que impone el mercado laboral.

- Potencia la autonomía personal. El hecho de no tener que pasar por el mercado de trabajo deja tiempo libre para cuidar coles por la mañana, pescar por la tarde y hacer teatro por la noche (Marx dixit). Como vemos, con la RBis ninguna persona está necesariamente obligada a emplearse en el trabajo de reproducción, el trabajo doméstico, o en el asalariado en general. Desde su autonomía con respecto al mercado de trabajo asalariado, es la persona la que puede decidir sobre su vida.

- El tercero aparece cuando añade que “las desigualdades sociales no se solucionan repartiendo dinero”. Coincido, aunque tampoco menciona como solucionarlas, que hay muchas maneras de definir y cuantificar la desigualdad y la pobreza, pero todas ellas encierran un elemento monetario: los umbrales de pobreza, los coeficientes de Gini, etc., todos ellos contienen un elemento monetario para poder evaluarlas y cuantificarlas.

Resumiendo estos tres grandes errores de HPL: 1) es una propuesta con muchos años, vieja; 2) no es cierto que la RB no aborda la pobreza y la desigualdad, y que no es incorporada por movimientos sociales, partidos y sindicatos como instrumento de lucha. El mismo lo acepta cuando abre su párrafo diciendo que “muchas candidaturas encararon las elecciones al Parlamento Europeo con esta novísima propuesta”; 3) esencialmente, el dinero es uno de los elementos esenciales para medir tales carencias sociales. Para comenzar, HPL ya aparece muy contradictorio; no parece distinguir muy bien el grano de la paja.

- El cuarto lo comete cuando afirma que la RB sólo “es posible en un escenario de constante crecimiento del PIB”. HPL ignora que uno de los elemento de la RB es su condición de mecanismo de redistribución del PIB. Es decir, la RB se dedica a repartir lo que se produce: mucho cuando se crece, menos cuando se está en recesión; o igual cuando el PIB es estable. Y esto, ¿no lo sabe porque lo ignora o porque es un ignorante de que las economías contienen un elemento distributivo, tanto si crecen como si no? En el capitalismo lo que se produce se distribuye automáticamente entre capital productivo, trabajo, y capital financiero, mediante el mecanismo de los mercados. Existe un flujo de distribución que, en el capitalismo, beneficia a los propietarios del capital y perjudica a los propietarios de la fuerza de trabajo.

- El quinto lo comete cuando aísla la demanda energética de las propias necesidades de producción de bienes y servicios sobre los que el capitalismo realiza los beneficios. En caso de haber RB, lo que haría esta demanda efectiva es garantizar que la oferta se realice, que la existencia de capital productivo no quede improductiva, y que no haya en exceso de capital no revalorizado. Es decir, la RB garantiza a la oferta capitalista que buena parte de su capital quede valorizado. El tal HPL ignora o es un ignorante de que siempre, “toda evolución positiva del PIB se traduce habitualmente, cuando no hay tecnologías de por medio que ahorren energía, en un aumento de la demanda energética” con o sin RB. Además, nuestro ilustre opositor de la RB se olvida de que quien hace negocio con las energías fósiles o hidráulicas son las dictaduras propietarias de los pozos y las multinacionales transformadoras del los crudos o controladoras de los recursos acuíferos. Lo único que hace la gente es pagar, con el empleo asalariado, la apropiación que estos acaudalados capitalistas hacen de tantos recursos energéticos.

- El sexto procede de su pésima interpretación del señor Keynes. Decía el gran economista inglés que, “respecto a las necesidades absolutas, llegará un momento, tal vez antes de lo que pensamos, en que estas necesidades sean cubiertas, en que preferiremos dedicar nuestra energía sobrante a propósitos no económicos, no hacer nada nunca más […] Con una jornada laboral de tres horas, o con una semana de quince horas para resolver estas pequeñas obligaciones sería suficiente para solucionar el problema durante bastante tiempo. ¡Tres horas al día nos bastan a la mayoría para satisfacer al viejo Adán que llevamos dentro! […] Por supuesto que todavía habrá mucha gente con una obstinación intensa e insatisfecha que perseguirán ciegamente la riqueza… Pero el resto de nosotros ya no estará más bajo la obligación de aplaudirles o avivarles […] El momento crítico del cambio lo percibiremos cuando esta condición sea tan general que la forma de relacionarse de cada uno con su vecino haya cambiado, puesto que será lógico perseguir una mejora económica para los otros después de que haya dejado de ser razonable para uno mismo”. HPL es uno de esos obstinados que ve en la riqueza privada de los ricos el motor que sostiene la sociedad capitalista, y no en los numerosos trabajadores ocupados en empleos asalariados, donde se les obliga a producir más bienes de los que se necesitan para satisfacer la apropiación de plusvalía total de las clases propietarias. En la época de Keynes, con la capacidad productiva de aquel momento sólo eran necesarias tres horas diarias para satisfacer las necesidades materiales de toda la población. Hoy en día, en el cual la capacidad productiva agregada se ha cuadriplicado o quintuplicado, si esta fuese comunal y no privada, seguramente con bastantes menos de tres horas diarias cubriremos las necesidades sociales de la población.

- Con o sin RB, el séptimo error parte de no considerar que el Estado es un órgano de clase, especialmente en el capitalismo, y que ejerce siempre un poder sobre el nivel de vida de las familias. Su sistema fiscal y la orientación que le da al gasto público beneficia a las familias poderosas. Con la implantación de una RB, lo que estamos arrancando del Estado capitalista es una redistribución de la renta de los ricos hacia a los pobres. En el capitalismo, la RB es un mecanismo de distribución de la renta y de lucha contra los poderosos.

- El octavo procede de afirmar que “las desigualdades sociales no son fruto de una realidad económica adversa para la mayor parte de la población, sino de una desigualdad política entre las élites gobernantes y las clases subalternas”. ¡Que cacao mental! ¿Es posible separar las desigualdades económicas, de las desigualdades sociales, y de las desigualdades políticas, cuando la relación es directa entre todas ellas en los mismos grupos humanos?

- El noveno se da cuando repite que la RB no alivia la pobreza cuando ya hemos explicado que la cuantía será por la menos igual al umbral de pobreza. Lo mismo que identificar la Risga con la RB, dos tipos de ayudas completamente diferentes: la primera consiste en una acción asistencial, que será concedida o no según el personal burocrático-administrativo de turno; la segunda en un derecho ciudadano que comienzas a cobrar desde el momento en que naces; por el sólo hecho de nacer.

- El décimo consiste en una serie de afirmaciones, todas ellas tan sesgadas, que no merecen comentario.

Poco que resumir

A juzgar por las opiniones que expresa, diría que Henrique Pérez Lijó no tiene ni la menor idea de lo que es la RB, y bastante menos la Renta Básica de las iguales. Desconoce en que consiste, que posibilidad de redistribución y que capacidad de generar lucha tiene, así como cuales son sus auténticas limitaciones, aspectos que en nuestros trabajos hemos comentado ampliamente con más rigor. La RB solventa la pobreza y genera luchas sociales. Por tanto, sus opiniones son más bien una de esas fantochadas que periódicamente los amigos del capitalismo suelen “regalarnos”. Como señalaba, el problema de lo burros no es que rebuznen, sino que confundan la alfalfa con la paja… Peor para ellos.

José Iglesias Fernández. Barcelona, 5 junio del 2014


Notas:

[1] Desde entonces, a la RB se la conoce hasta con más de treinta nombres diferentes. Ver José Iglesias Fernández. La cultura de las rentas básicas. Historia de un concepto. Virus/Baladre, 2004.

[2] José Iglesias Fernández. De la Renta Básica a la Riqueza Comunal. Baladre/Zambra, 2013. Existe versión en catalán. Municipalisme i societat comunal. Procés i alternativa al capitalisme. Papers d’ innovació social, nº 104, desembre 2013. Associació Ecoconcern.

[3] Henrique Pérez Lijó. Tudo contra a Renda Básica. En https://praza.com/opinion/1854/tudo-contra-a-renda-basica/

[4] Basic income en inglés y allocation universelle en francés.

[5] Theory and Society, nº 15. Hay traducción al castellano en Zona Abierta, nº 46-47, 1988.