Cualquier medida que intenta alterar el estatus quo de los mecanismos de acumulación y control del capitalismo, así como de la explotación, alienación, pobreza y desigualdad que impone para poder acumular, como amenaza la propuesta de la RB, es sutilmente combatida por estos personajes, pues no hay ninguna alternativa, proceso, instrumento que no tenga sus limitaciones y “daños colaterales”, lo que nos llevaría a dejar de pensar en utopías, abandonar realidades en activo, pensadas y vividas, para destruir el sistema.
La izquierda debería recordar que no se trata de pensar cómo hablamos, sino de hablar como pensamos. Daniel Bernabé. [1]
Las simplificaciones que se hacen sobre la RB…
No es la primera vez, y dada la proliferación de autores ocurrentes como CR, pienso que no será la última, que leo síes pero noes, está bien pero, sobre la propuesta de la RB. Coinciden estos autores en presentar como matices críticos reflexiones que pretenden alertar sobre los claro oscuros de este tema, cuando en realidad son menudencias que acaban convirtiéndose en descalificaciones sutiles sobre los diversos modelos de RB que se han propuesto desde los inicios de su divulgación y transformación en este país. [2] Cualquier medida que intenta alterar el estatus quo de los mecanismos de acumulación y control del capitalismo, así como de la explotación, alienación, pobreza y desigualdad que impone para poder acumular, como amenaza la propuesta de la RB, [3] es sutilmente combatida por estos personajes, pues no hay ninguna alternativa, proceso, instrumento que no tenga sus limitaciones y “daños colaterales”, lo que nos llevaría a dejar de pensar en utopías, abandonar realidades en activo, pensadas y vividas, para destruir el sistema. Nos llevaría a los anticapitalista a adoptar una actitud líquida, la cual vendría a favorecer más la práctica de la barbarie por parte del capitalismo. Añadir que esta no es una postura aislada y convencional, sino que incluso llega este acoso por parte de entidades y académicos que se consideran de izquierdas o progres.[4]
El capitalismo como referencia, no como ausencia…
Y otro rasgo que comparten estos autores es que siempre razonan como si el capitalismo no fuese el sistema que marca, regula, y gestiona lo que en este mundo nos ocurre a los mortales. De aquí que hacemos propia la definición de capitalismo que hace Ellen Meiksins Wood, entre otras. Si no reflexionamos teniendo como fondo el poder que algunos grupos muy pequeños ejercen, utilizando el modo de producción, consumo y mecanismos de apropiación de la riqueza que rige la sociedad actual, el resto de lo que digamos sobre la RB es puro diletantismo. [5] Aunque el nacimiento de este instrumento viene de muy antiguo, [6] la valoración de su implantación, positiva o negativa, hemos de hacerla con relación a la práctica y a las consecuencias que desencadena el sistema dominante en el momento actual: el neoliberalismo globalizado.
Volviendo a la autora, dice que “el capitalismo es un sistema en el cual los bienes y servicios, hasta los que cubren las necesidades más básicas e indispensables para mantener la vida humana, son producidos para el intercambio mediante el beneficio, dónde incluso la fuerza de trabajo es una mercancía para vender en el mercado, y donde todos los actores económicos está sujetos al mismo. Esta es una dependencia que somete no solo a los trabajadores, quienes deben vender su fuerza de trabajo por un salario, pero también a los capitalistas, que dependen del mercado para comprar sus insumos, incluyendo la mano de obra de los trabajadores, y donde han de vender lo que con ella producen en busca de un beneficio […] Este sistema de dependencia del mercado significa que las normas de competición y maximización del beneficio se convierten en las reglas fundamentales que controlan la vida. Precisamente debido a estas reglas, el capitalismo es un sistema único forzado a mejorar la productividad del trabajo mediante la incorporación de medios técnicos. Sobre todo, es un sistema en el cual el mayor volumen de la fuerza de trabajo que aporta la sociedad está realizado por los trabajadores no propietarios, que están obligados a venderla a cambio de un salario para disponer de acceso a los medios que garantizan la vida y la reproducción de la propia mano de obra. En el proceso de cubrir las necesidades de la sociedad, los trabajadores están generado al mismo tiempo un volumen de beneficio que es apropiado (explotación) por aquellos (propietarios) que compran la fuerza de trabajo. De hecho, la producción de bienes y servicios está subordinada a la producción de capital y del beneficio capitalista. El objetivo básico del sistema capitalista es la producción y auto-expansión del capital”, a expensas de los trabajadores. [7]
La conclusión que podemos deducir es que el mercado de trabajo asalariado, al ser los propietarios privados de los medios de producción para producir los bienes que las poblaciones necesitan para sobrevivir, es el lugar idóneo donde ejercen el dominio para que los trabajadores acudan “libremente” a vender su fuerza de trabajo, y con ello someterse a la explotación. Si, como señala una de las características estructurales, que para obtener la RB no hay que pasar por el mercado de trabajo, este instrumento rompe la lógica de la desigual relación de fuerzas entre trabajadores y empresarios, lo que, añadido a que la cuantía sea por lo menos igual al umbral de pobreza,[8] la hace revolucionaria. Deja a los capitalistas sin el poder de someter a las poblaciones. Si le añadimos que una parte de la RBis se percibe en mano y la otra pasa a constituir un fondo colectivo para invertir en bienes comunales que decide la sociedad (y no el estado), entonces tenemos una característica que aúna y socializa más que individualiza la acción de esta propuesta. [9]
Bajando del reino de las definiciones al mundo de la realidad, consideremos como otra autora evalúa la vida en uno de los múltiples barrios de una de las múltiples urbes del capitalismo. Vivir en Skid Row (Los Ángeles) “es estar en el epicentro de la crisis de las personas sin techo que azota Estados Unidos. En las aceras de sus dos kilómetros cuadrados escasos viven cerca de 12.000 almas sin agua potable ni aseos. La esperanza media de vida aquí se sitúa en los 48 años. La de un californiano medio es de 80. Skid Row es una desgracia desmesurada que Naciones Unidas compara con un campamento de refugiados. Y creciendo […] Las imágenes de este barrio son desgarradoras: calles alineadas de tiendas de campaña, jeringuillas tiradas y un olor a orina penetrante y persistente. Con apenas nueve aseos públicos […] los habitantes de este barrio se las ingenian como pueden, normalmente con cubos de plástico. No son de extrañar los brotes de tuberculosis y hepatitis. Las autoridades hacen limpieza a fondo del pavimento cada dos semanas para controlar esta bomba de relojería que amenaza la salud pública de la ciudad. Un refrán local reza ‘Uno piensa que ha tocado fondo hasta que se encuentra viviendo en este barrio’. El culpable principal es el aumento desorbitado de los alquileres y el estancamiento de los salarios… A esto se añaden otros factores como las drogadicciones, en particular la crisis de los opioides que azota el país; los problemas de salud mental y los jóvenes recién salidos de programas de acogida sin ningún lugar donde ir. Muchos sitúan el origen del problema en las políticas introducidas por Ronald Reagan, que privatizaron los hospitales psiquiátricos y redujeron en un 77% los fondos dedicados a la vivienda de personas vulnerables”.[10]
En la medida que esta es la realidad de muchos colectivos, se hace más evidente la afirmación tan rotunda que pronuncia Z. Bauman sobre la vida humana en el sistema: no sólo la explota y aliena, sino que “la globalización capitalista convierte la condición de persona en desperdicio”.[11]
El “afavorencontra” de CR párrafo a párrafo…
CR. Abre su artículo diciendo que: “la renta básica consiste, por encima de todo, en una herramienta para desvincular los derechos sociales del mercado de trabajo”.[12]
JIF. Ciertamente, la RB es una herramienta que propone la redistribución de la renta de los que controlan el mercado de trabajo directamente, léase empresarios y banqueros, e indirectamente, léase los políticos con poder de regularlo, y canalizarla hacia los trabajadores y ciudadanos, lo qué no sería poco si se consiguiese. Pero además, tiene el objetivo de ser un instrumento de lucha contra el capitalismo [13] para acabar con este poder de gestión que tienen para despilfarrar recursos naturales y explotar/alienar/someter/empobrecer a las poblaciones. Se trata de acabar con el neoliberalismo globalizado comandado por capitalistas que se disfrazan de filántropos humanistas cómo los Bill Gates, Amancio Ortega, George Soros, Mark Zuckerberg, etc. Cada vez está más legitimado el capitalismo verde, de género, racial, étnico, clasista, etc. De este nimio objetivo, CR se olvida mencionarlo, y por lo tanto, de considerar el valor que tiene como instrumento para los movimientos sociales antisistema en su perenne lucha para destruir el capitalismo.
CR. Continúa con sus preocupaciones por los impactos que puede tener implantar una renta básica en la sociedad y destaca:
“La intervención sindical en las empresas se expresaba a través de mecanismos institucionales específicos: la negociación colectiva y, en algunos países, la cogestión de las empresas. Presuponía normas relacionadas con la cooperación, el diálogo y el conflicto entre intereses diversos. La renta básica, en cambio, es un derecho individual sin ninguna dimensión institucional asociada. La respuesta de sus defensores es que, liberados de la compulsión laboral, los trabajadores se encontrarán libres para sindicarse, emprender, crear cooperativas o grupos de apoyo mutuo…”
JIF. Y es que, a estas alturas de la historia de la lucha de clases, los anti-sistema ya no confían en instituciones como los partidos, los sindicatos, las cooperativas, la cogestión con los empresarios en las empresas ni en medios como la negociación y el convenio colectivo. Para CR parece ser que esta independencia de los que controlan y deciden sobre los mercados laborales que puede aportar la RB a los trabajadores para decidir el rumbo de sus propias vidas es negativa en contraposición de las posibilidades de acción colectiva, mediante mecanismos institucionales, de los sindicatos, cooperativas y, añadiría, los partidos socialdemócratas. Si la realidad es la que describen Byung-Chul Han y Z. Bauman, estos “mecanismos institucionales específicos” no sólo no han consolidado estos valores entre la ciudadanía en sus tiempos de esplendor, sino que más bien han aceptado modificar todas sus estrategias de defensa de la clase obrera como prueba de sumisión para entrar en la caso del amo, y aceptar sus instrumentos, su lenguaje y sus valores ideológicos… así como recibir y disfrutar de sus prebendas.
CR. “Es más, la renta básica también podría ser una fuente de pasividad e individualismo y de conformismo y segregación. Seguramente, esa es la razón por la que también Milton Friedman y otros neoliberales han ofrecido su propia versión de esta medida. Cabe preguntarse cuál de las dos opciones –pasividad o colaboración– es más probable en un entorno social tan fragmentado y despolitizado como el nuestro. ¿Cómo encajaría la renta básica en un mercado de trabajo extremadamente precarizado y desregulado? La línea de defensa habitual es que haría que subieran los salarios al proporcionar a los trabajadores mayor capacidad de negociación. Pero lo contrario también es perfectamente posible. Tal vez podría servir a los empleadores para negociar a la baja con aquellos trabajadores –por ejemplo, miembros de familias monoparentales, parejas divorciadas que necesitan mantener dos hogares, personas con deudas o que pagan alquileres abusivos…– a los que una renta básica equivalente al salario mínimo interprofesional no les baste para subsistir”.
JIF. En estos párrafos anteriores comienzan a aparecer las verdaderas preocupaciones de CR sobre los impactos distorsionantes que la RB puede tener para el equilibrio social del neoliberalismo: individualismo, conformismo, segregación, precarización, desregulación y deslocalización, pasividad, negociar salarios más bajos complementarios a la renta básica, etc. Ante la aparición y la expansión de la economía colaborativa [14] (eliminación del mercado de trabajo asalariado, y, con él, toda la protección social que provee el estado del bienestar) donde trabajan para multinacionales como Uber, Airbnb, Cabify, BlaBlaCar, Glovo, Deliveroo, [15] etc. miles de trabajadores forzados a ser falsos autónomos, ¿qué sentido tiene cuestionar la RB porque no es un instrumento panacea, y puede desencadenar o reforzar esos otros aspectos negativos que puntualmente enumera como preocupantes?, lo mismo que preocuparse por “la pasividad e individualismo, conformismo o segregación” de los trabajadores.
Además, si cómo señala Byung-Chul Han, que “la sociedad del rendimiento está dominada en su totalidad por el verbo modal poder, en contraposición a la sociedad de la disciplina, que formula prohibiciones y utiliza el verbo deber. A partir de un determinado punto de productividad, la palabra deber se topa pronto con su límite. Para el incremento de la producción es sustituida por el vocablo poder. La llamada a la motivación, a la iniciativa, al proyecto, es más eficaz para la explotación que el látigo y el mandato. El sujeto del rendimiento, como empresario de sí mismo, sin duda es libre en cuanto que no está sometido a ningún otro que le mande y lo explote; pero no es realmente libre, pues se explota a sí mismo, por más que lo haga con entera libertad. El explotador es el explotado. Uno es actor y víctima a la vez. La explotación de sí mismo es mucho más eficiente que la ajena, porque va unida al sentimiento de libertad. Con ello la explotación también es posible sin dominio”. [16]
Igualmente, volviendo a citar D. Bernabé, “si la izquierda acepta el juego propuesto, como ha hecho desde mediados de los años noventa, puede tratar de encontrar una nueva pirueta que le haga ganar más elecciones, que le haga disfrutar de la ensoñación de manejar un poder con una autonomía cada vez más escasa. Puede, incluso, enferma de desesperación y cinismo, justificarse a sí misma y decir que esas míseras limosnas correctoras en las que consiste su acción de gobierno es todo a lo que se puede aspirar. Puede justificarse a sí misma y de paso justificar el marco del neoliberalismo como el único posible”. [17]
CR. “La popularización de la renta básica fue contemporánea de la derrota sindical internacional que se produjo a finales de la década de 1980. A medida que los sindicatos perdían capacidad de influencia y se limitaban las opciones de acción colectiva, la renta básica ha ido pareciendo una opción cada vez más atractiva. Es decir, se ha interpretado, al menos implícitamente, como un proceso de desmercantilización parcial del trabajo alternativa a la sindical. Y no solo alternativa, sino incluso mejorada. Hay en ello una parte de verdad, en la medida en que, lógicamente, no verse sometido al miedo, al hambre o al desamparo físico, gracias a una renta no condicional, incrementa en alguna medida el poder contractual de los trabajadores… La clave es precisamente en qué medida…”
JIF. En otros trabajos, recordábamos como Eric Fromm resaltaba como el capitalismo utilizaba dos instrumentos para defenderse y reproducirse: el hambre, el poder someter a una parte importante de la población a las consecuencias de la degradación del bienestar; y si esta degradación no era suficiente, siempre podía apelar a la represión, a las fuerzas opresivas como la policía y los militares. [18] Estos dos elementos estabilizadores tenían que estar siempre vivos en la psicología de la ciudadanía; o te comportas o esto es lo que te espera… en último extremo los tribunales y la cárcel. Combatir la idea de soslayar el hambre que pueden provocar los empresarios, mediante el recurso a reformas laborales en las que se extiende el poder de estos de despedir a los trabajadores o realizar contratos basura, de pagar bajos salarios y no pagar horas extras, de condiciones de trabajo muchas veces en situaciones con riesgo de accidentes, de legislar las condiciones en las que han de realizarse la huelgas, son circunstancias de conflicto industrial en los que RB puede dar capacidad de lucha y defensa a las poblaciones desamparadas…. El paro y los bajos salarios pueden conducir a perder la vivienda, sufrir pobreza energética, cultural, etc. Ante esta situación de hecho y de derecho de las poblaciones sorprende que CR señale que “La clave es precisamente en qué medida” ocurre esto. Si no tenemos ánimo de cuantificar, la respuesta es que, cualitativamente, infinita, medidas en términos de dignidad humana y capacidad de reducir los riesgos en la lucha contra el sistema.
JIF. Ante esta situación del grado de conciencia de la ciudadanía, o de la aceptación de las reglas del amo y sus valores de las instituciones, léase partidos, sindicatos, cooperativas, etc, que conforman y transitan por el universo constitucional del sistema capitalista, ¿qué sentido tiene preocuparnos en confrontar la RB con los efectos laterales de su implantación en la sociedad capitalista? Por ejemplo, recordando las preguntas sobre los daños colaterales que formula CR: “¿cómo encajaría la renta básica en un mercado de trabajo extremadamente precarizado y desregulado?”. La línea de defensa habitual es que haría que subieran los salarios al proporcionar a los trabajadores mayor capacidad de negociación… y libertad de no aceptar las condiciones que definen hoy los mercados de trabajo: precariedad de vida. Y alguna cosa más…”[19]
Para finalizar. En los dos o tres últimos párrafos, CR plantea muchas preguntas, todas ellas legítimas, y otorga indiscriminadamente valores positivos a ciertas instituciones, sobre las consecuencias del impacto que puede tener en una sociedad capitalista una propuesta de redistribución de la renta y mecanismo de conflicto contra el neoliberalismo de esta envergadura. Son preguntas que descubren hasta donde el autor no se ha tomado la molestia de leer a fondo lo que sobre esas mismas dudas, y estas valoraciones, nos hemos hecho los que proponemos y defendemos la RB. Alguna capacidad crítica debiera concedernos para darse cuenta que también hemos trabajado estas dudas, y la aportación de estas instituciones, pero que nos hemos inclinado por defender la RB como, dentro del sistema, la medida menos mala mientras el neoliberalismo capitalista campea a sus anchas y destroza la vida de millones de gentes que habitan el globo. De todas maneras vamos a responder a una de ellas, a la cuestión de cómo se reparten “aquellos trabajos particularmente penosos que es injusto que un colectivo asuma en exclusividad…”. Cierto, si consideramos la actualidad, sin RB, en las ciudades estos trabajos los realizan los lumpen urbanitas, y en el campo los lumpen rurales. Quizá, y solamente es una hipótesis, primero, si se implantase una RB se negarían a realizar estas actividades y tendríamos que pensar en realizarlos de forma más colectiva, que ahora no. Segundo, hay autores que, diseñando una sociedad utópica, los afrontan proponiendo un servicio civil obligatorio, por ejemplo, “a los 21 años se entra en el ejército de trabajo y en él se sigue hasta los 45 años. Durante los tres primeros años, se emplea al joven conscripto en… diversas tareas manuales, principalmente en las de sirviente,[20] que ya no se consideran inferiores ni humillantes; muchos miembros de la universidad han comenzado por ser camareros. Acto seguido, el joven, según sus aptitudes opta por cualquier profesión industrial o liberal [Después de los 45 años], el ciudadano queda definitivamente liberado del servicio industrial, sin trabajar, cobra su tarjeta de crédito anual”, [21] lo que actualmente consideramos como la jubilación con una pensión contributiva. No es necesario tener todas las cuestiones resueltas para optar por la defensa de la RB mientras vivamos en el capitalismo. La educación y la sanidad están universalizadas y sin embargo esas cuestiones que plantea CR sobre el mercado de trabajo siguen ahí, latentes. La pobreza y los trastornos psíquicos que van en aumento, la degradación moral, de las poblaciones, etc. no se puede medir ni es cuantificable contrastándola con los daños colaterales, que su implantación traería consigo. Probemos y, según vayan apareciendo, la experiencia nos ayudará a enfrentarlos.
En conclusión. La evaluación de estos autores de la RB siempre es la de “afinar” en favor de los intereses del establishment. Después de lo que llevamos escrito, y releyendo esa primera frase con la que CR abre su artículo, en la que dice que “desvincular los derechos sociales del mercado de trabajo es una tarea urgente”, no es realmente lo que le está proponiendo el autor, sino la de cómo se podría conseguir sin realmente modificar ni tocar ninguno de los objetivos/intereses del capitalismo. A lo largo de sus reflexiones viene a formular y sembrar más dudas que beneficios puede traer la RBis para las poblaciones desprotegidas. El balance global de su “afavorencontra de la RB” es que mejor dejemos las cosas como están, debilitando el poder de acción política que la RB puede tener como mecanismo redistributivo e instrumento contra el sistema. Con la efemérides de la llegada del hombre a la luna, estos autores me llevan a la sensación que hay más de uno que está viendo los problemas del capitalismo que atormentan a la humanidad desde este planeta. O conviviendo con los poderes usando puertas giratorias, O legitimando el sistema ejerciendo desde poltronas municipales u otras entidades públicas. O…, etc.”
José Iglesias Fernández
Barcelona, 28 julio del 2019
1. Daniel Bernabé. La trampa de la diversidad. Cómo el neoliberalismo fragmentó la identidad de la clase trabajadora. Página 134. Akal, 2018.
2. José Iglesias Fernández. Del reparto del trabajo al reparto de la renta. Mientras tanto nº 61, Primavera 1995.
3. En su versión débil o asistencial (RB), o en su versión fuerte o transformadora (RBis).
4. José Iglesias Fernández. La Renta Básica según San Pablo. Baladre/Zambra, 1996. Ver también www.rentabasica.net .
5. Especialmente en un momento en el cual el hambre, las pandemias, el trabajo infantil, los conflictos territoriales y las muertes y desplazamientos que provocan se extienden por todo en el mundo
6. José Iglesias Fernández. La cultura de las rentas básicas. Historia de un concepto. Virus editorial, 2004.
7. Ellen Meiksins Wood. The origin of capitalism. A longer view, pp. 2 y 3. Verso, 2017.
8. El umbral de pobreza es definido como la mitad de la renta per capita de un país. Si el PIB crece, automáticamente la RB crece; o disminuye cuando el PIB disminuye.
9. José Iglesias Fernández. ¿Hay alternativas al capitalismo? La Renta Básica de las iguales, Baladre/Zambra, 2006.
10.. Mónica Montero. ¿Vives en Skid Row? Pues amigo, has tocado fondo. El País Semanal, nº2.234. 21 julio del 2019.
11. Zygmunt Bauman. Vida desperdiciada. Paidós, 2005
12. Todas las citas que empleemos del texto de CR están entresacadas de su artículo Afavorencontra de la renta básica. Minerva, 32.
13. José Iglesias Fernández. La Renta Básicnota-a de las iguales. De cómo se forja un instrumento de lucha contra el capitalismo. Baladre/Zambra, 2019.
14. José Iglesias Fernández. Explotación y transformación. Análisis crítico del capitalismo y sus alternativas en el siglo XXI, pp. 95-96. Baladre/Zambra, 2018.
15. La prensa informa acerca de un mercado de licencias entre los propios “riders”.
16. Byung-Chul Han. La agonía del eros, página 9. Epulibre, 2012.
17. Daniel Bernabé. La trampa de la diversidad. Trabajo citado, pp. 246 y 247. Akal, 2018.
18. Erich Fromm. Psicoanálisis de la sociedad contemporánea. Fondo de Cultura Económica, 1956. El miedo a la libertad. Planeta Agostini, 1985. Sobre la desobediencia. Paidós, 2004.
19. Tal como está definida, individual, universal e incondicional, evita las trampas de la pobreza y del paro, así como reduce los costos burocráticos y el clientelismo de administrar una medida social como esta. José Iglesias Fernández. Las Rentas Básicas. El modelo fuerte de implantación regional, El Viejo Topo, 2002.
20. Entiéndase en este contexto, tareas de limpieza en alcantarillas, hospitales y centros de enseñanza, barrenderos, trabajo en las minas y otras actividades tóxicas, trabajo infantil en muchas industrias, trabajos como los de las “kelis”, etc.
21. Edward Bellamy. 1888. El año 2000. Una visión retrospectiva. Ediciones Abraxas, 2000.