Modelo de intervención social en Colectivos de Acción Social (CAS) para un tiempo distinto

Solapas principales

Reunión del CAS

Las compañeras de Asdecoba han enviado este documento, que pretende ser la base a discutir en los grupos de CAS, de cara a su concreción/definición sobre CAS en 2019. Por lo interesante de la propuesta y las reflexiones que introduce lo publicamos en este espacio.

“El sol sigue ahí, aunque a veces no lo veamos”

Para un debate abierto y público en CAS.

1.- Signos de este tiempo distinto.

a) El crecimiento económico, signo de este tiempo, no está siendo para la igualdad; y, hoy, menos que nunca.

(Algunas afirmaciones, algunos hechos y mucho más, así lo confirman).

Friedman, fundador del liberalismo, en el año 1947, definía así la economía: “Es la administración de los bienes y el dinero en orden a obtener la máxima productividad y el máximo beneficio. El mercado es eficiente y se auto regula perfectamente solo y no necesita la intervención ni el control del Estado. El economista debe administrar esos bienes de manera que genera ingresos con competitividad en los mercados”.

Oxfam Intermón nos acerca a la situación preocupante e inadmisible y si se quiere, distinta, del contexto socio económico de hoy; ”que las personas empobrecidas son más pobres de lo que eran antes de la recesión de 2008; y no solo no somos capaces ya de reducir la tasa de pobreza, sino que además nuestra pobreza es más aguda". (Informe 2019)..

El fascismo económico actual, asumido totalmente por la Social Democracia, nos ha situado en el extremo de tener que afrontar, en primer lugar, el pago de la deuda en los presupuestos de los Estados, aún a costa de las necesidades de los ciudadanos y ciudadanas. Y de aquí se están derivando las más graves consecuencias que van señalando el horizonte de empobrecimiento y condenando a la precariedad a muchas personas y espacios en los que nos hacemos presentes.

b) El fracaso de este sistema socio económico, cultural y político.

(Nosotros y nosotras hemos participado y a veces protagonizado ese fracaso).

Este Sistema ha generado y está generando inmenso dolor en pueblos y gentes. Esta es la constatación de una escandalosa realidad. Y no está dispuesto a que encontremos esperanzas reales de futuro en el acceso y reparto necesario de la riqueza de todo tipo. A lo máximo nos ha permitido acercarnos a “la acción caritativa, en muchos casos, de las Ongs”; dedicadas, por ejemplo, a gestionar bancos de alimentos; pero si queremos que desaparezca la pobreza y crezca la igualdad, “hay que luchar contra la riqueza”, señala José Iglesias en el libro “De la Renta Básica a la riqueza comunal”.

c) Las personas y los espacios empobrecidos en los que estamos son cada vez más pobres.

(No podemos mirar de otra manera los espacios donde estamos presentes y a muchas de las personas que en ellos viven).

Así lo expresan los datos y muchas de las situaciones que conocemos y vivimos. En un sistema socio económico “sin rostro humano”, las personas que acompañamos y los espacios donde estamos presentes, sin embargo, sí tienen rostro, y nombre, y entrañas, y dolor, y necesidades concretas. Personas mayores, jóvenes, niños y niñas, mujeres, campesinos y campesinas, profesionales o familias; el medio rural con pueblos pequeños o más grandes, el medio urbano con barrios más o menos aislados; o la calle y las cárceles como espacios de condena y criminalización; otros espacios y colectivos diferentes; son realidades que determinan nuestra manera de pensar, de estar y de hacer.

d) Las personas y las organizaciones responsables de la desigualdad, el fracaso y el dolor, tienen nombres y apellidos.

(Ciertos mecanismos familiares o políticos en pequeños pueblos, el espectáculo del turismo como negocio de unos cuantos en el medio urbano y en el medio rural, la represión como fin de ciertas leyes e instituciones,…)

Por servirnos de los últimos datos publicados en estas semanas, “El número de "ultra millonarios", aquellos cuyos activos netos equivalen o superan los 40 millones de euros, aumentó en 2017 un 4% respecto el año anterior, hasta las 1.690 personas”, según un informe de Oxfam Intermón.

Cerca de nuestras iniciativas y proyectos tienen nombre de PAC y de quienes se reparten la mayoría de sus recursos. Tienen nombre de Bayer o Monsanto, pues controlan nuestras semillas. Tienen nombre de cualquier Gran Superficie, que controlan los precios de los productos de la alimentación y el acceso a ella. Tienen nombre de Bancos de Alimentos con los Organismos públicos y privados del Estado que los sostienen y promueven. Tienen nombre de grupo económico que está decidido a controlar y gestionar los recursos de los Servicios Sociales Públicos. Tiene nombre de represión cuando se dictan leyes en el Estado o en las Autonomías que siempre se vencen hacia el mismo lado. Tiene nombre de Criminalización de la pobreza y Sistema Penitenciario punitivo. Tiene nombre de narcotráfico o de blanqueo de dinero. Tiene nombre de barrios empujados a una situación “sin retorno”. Tiene nombre de partidos políticos convertidos en gestores de muchas de nuestras vidas casi sin contar con nosotros y nosotras. “Tienen nombre” y a muchos de ellos los conocemos y los sufrimos; pero, sobre todo, los sufren muchas de las personas y familias que acompañamos.

e) Las soluciones y salidas a esta situación son posibles, pero no cualquier camino.

(Este puede ser uno de nuestros retos más importantes, en las luchas y sueños que tengamos como personas de CAS y sus colectivos).

Raúl Zibechi, desde un contexto mucho más global sitúa la salida de esta manera, “Debemos pensar en la necesidad de crear y multiplicar espacios, conciencia y organización para la defensa comunitaria”.

Cuando habla de la gestión de las políticas sociales, desde el hacer y el pensamiento del Zapatismo, nos lanza un reto, “El zapatismo es el único movimiento rebelde que se niega a recibir programas sociales. “No somos limosneros”. Se trabaja para que los pueblos y comunidades no se conviertan en objeto de limosnas estatales sino en sujetos de construcción de un mundo diferente. Construir de este modo, en base a los esfuerzos colectivos, es más digno que estirar la mano para recibir migajas.”

Las autoras del libro “La vida en el centro” plantean salidas, y algunas ya se están dando, para el hoy y el futuro en clave ecofeminista; y de ellas recojo algunas afirmaciones. “Las luchas de muchas mujeres no solo tienen como objeto mantener su vida y su dignidad; miles de ellas en miles de lugares defienden la supervivencia de sus comunidades, enfrentándose al tiempo a un orden heteropatriarcal que las quiere dentro de la casa del esposo, y a un orden económico que las necesita subordinadas y desposeídas”. Ponen algún otro ejemplo, “Cada vez un mayor número de grupos de consumo en nuestro entorno gestiona la alimentación de miles de familias con criterios ecológicos, éticos y de proximidad…y, quienes mueven esta forma de producción y de consumo son mayoritariamente mujeres, que al tiempo crean redes vecinales de apoyo”.

Continúan señalando en el libro otros ejemplos que confirman salidas actuales desde la presencia de las mujeres, como, “la fuerte presencia que tienen lugar en la PAH. En manifestaciones contra la violencia machista. En resistencias contra personas presas. En madres contra el narcotráfico. En reivindicaciones a favor de la diversidad de identidades, orientaciones sexuales o modelos de familia. Mujeres que protagonizan la gestión en sindicatos agrarios por la defensa de campesinas y campesinos”.

2.- Espacios y personas para estar y acompañar de manera prioritaria en este tiempo distinto.

a) Las personas pobres, que no sólo son pobres, sino que son empobrecidas.

(Acompañando y estando con ellos y ellas, pisando el mismo “barro” junto a muchas vidas, les ponemos y les hemos puesto rostro tantísimas veces y ocasiones)

Nadie sufre la pobreza porque quiere. O, nadie es culpable sólo de su pobreza. El Sistema socio económico capitalista necesita de la existencia de personas pobres para desarrollar cada vez más la realidad de desigualdad que escandalosamente provoca.

Necesita, incluso, muros físicos y los construye. Necesita necesidades para “el mercado” y las crea. Necesita hacer “verdad” de la mentira y lo hace. Necesita jugar con los sentimientos sociales y no tiene ningún escrúpulo en hacerlo. ¡Así está siendo, y más, de agresivo este sistema!

b) Los espacios y colectivos criminalizados.

(Estamos en tiempos de “vuelta atrás” en situaciones que creíamos haber superado y asentado en la sociedad).

Así sucede con la cárcel o la calle, donde gentes “sin techo” junto a otras se defienden como pueden de una sociedad insensible y un sistema neoliberal que necesita perdedores y culpables. La “ley mordaza”; o el Sistema penal fundamentalmente punitivo, (más de 25 modificaciones en el Código penal en estos años en relación con el tratamiento cada vez más exigente con la inmigración, por ejemplo, y con otros delitos criminalizados); o el espectáculo de los medios de comunicación ante el tratamiento de ciertas noticias y hechos sociales; los lugares que acogen colectivos diferentes como inmigrantes o refugiados;… todos ellos, son espacios preferentes de estar y acompañar desde quienes como movimientos sociales queremos procurar la acogida y recuperación de todas las vidas de manera distinta.

c) Los espacios de expolio.

(Estamos obligados a acompañar en muchos pequeños pueblos a un puñado de personas mayores que después de haber dejado su vida por un modelo de vivir, en el momento actual, ni siquiera tienen acceso a los alimentos por los que ellos se dejaron la suya y protagonizaron ese modelo. Y el futuro a corto plazo no está nada claro)

Así ha sucedido y sucede en tantos pequeños pueblos del medio rural que han visto desaparecer, expoliados en sus riquezas, el modelo de vida que ha dado sentido fundamental a su existencia, el del campesinado; que se ha visto sometido actualmente a la desaparición con la imposición del modelo agroindustrial por parte del mercado. Y con el expolio ejercido en sus riquezas, de igual manera, el que ha venido impuesto como consecuencia, la pérdida de identidad educativa y cultural, de servicios públicos y propios, y lo que está siendo más importante y doloroso, la de sus gentes.

d) Los espacios “sin vuelta atrás”.

(Conocemos barrios, por ejemplo, o zonas urbanas donde la ilusión y la esperanza de otro tiempo, se ha visto truncada por el desasosiego del desempleo, de los desahucios, de la precariedad, de la ausencia de tejido social,…)

Somos testigos de lo que sucede en muchos barrios de las ciudades. Han visto tantas ilusiones y esperanzas truncadas como consecuencia de la ruptura del tejido social; de la pérdida de tejido asociativo; de la pérdida de capacidad de lucha y organización. Sometidos en muchos casos a la presión del desempleo, de la precariedad y en muchos casos de situaciones extremas de desahucios o de pobreza energética. Y parece que el tiempo político, social o económico ya no permite “volver atrás”.

e) Nuevos espacios y colectivos diferentes.

(Para tiempos distintos hay que soñar maneras de hacer y de acoger diferentes. Las barreras ya las pone, y de qué manera, el sistema).

Ya conocemos y compartimos situaciones, y otras se van a ir generando con personas y colectivos “diferentes”, como inmigrantes, refugiados u otras personas discriminadas por su condición de raza, de sexo, de cultura,…ellos ya están formando parte preferente de algunas de nuestras iniciativas y de nuestro acompañamiento. Probablemente deberán ocupar un lugar prioritario en nuestros proyectos, en nuestra manera de hacer, en nuestras apuestas y empeños por una sociedad más justa, y, sobre todo, en nuestras vidas personales y colectivas.

3.- Retos que se nos plantean a los movimientos sociales desde estas realidades tan diversas y comprometidas.

a) Vivimos un tiempo de contradicciones, pero con todas las posibilidades.

(Las sentimos a nivel personal y a nivel colectivo. Los años 90 ó 2000 no nos auguraban un tiempo tan difícil y extraño).

Desde la afirmación de Fukuyama, “el capitalismo no permanecerá para siempre”. O de S. Zizek, que predice “la crisis terminal del capitalismo”; a los informes de la realidad que nos hablan a nivel mundial de que “el 1% de la población más rica del mundo acumula más riqueza que el 99% restante”. O cómo “los Estados y los entes políticos son cada vez instituciones más subordinadas a los gigantes privados”. No parece que la esperanza despertada en las décadas del pasado siglo, continúe siendo el horizonte cercano de nuestra manera de vivir.

Desde los lugares más empobrecidos de la tierra, se nos señala, una y otra vez, que nuestra forma de vivir es la causa de su pobreza y de su miseria; y que solamente el cambio nuestro, el de nuestra forma de vivir y consumir del primer mundo, será la que hará posible un mundo donde tengamos todos y todas un lugar.

b) Ser testigos activos y no espectadores de este tiempo.

(En tiempos difíciles, donde nadie tiene la respuesta, se necesitan las manos de todos y de todas).

Nos hablaron y aseguraron que caminábamos hacia la sociedad del pleno empleo. Programaron fechas para acabar con el hambre en el mundo; para el año 2000. Se presumía que la democracia sería tiempo para reforzar el tejido social y la participación; pero todos y todas sabemos dónde han acabado la mayoría de las asociaciones del tejido vecinal; casi todos y todas sabemos cuál es el papel del asociacionismo de los mayores o el de tantos colectivos y Ongs que probablemente nos mostramos demasiado pasivos, colaboradores y consentidores de acciones profundamente injustas.

Y si miramos hacia tras y hacemos recuento de ilusiones truncadas, o de luchas fracasadas, o personas compañeras de camino que en su momento “tiraron la toalla” y se retiraron de la reivindicación y de la lucha.

Cuántas veces hemos criticado este sistema de participación votando cada cuatro años delegando en ese voto nuestra responsabilidad y renunciando a nuestra participación activa en las decisiones que construyen la sociedad. Nos hemos dejado robar los espacios físicos; en muchos momentos hasta la calle como espacio propio de todas las personas. Nos hemos dejado robar los espacios de cultura popular y creativa. Somos en muchas ocasiones simples personas espectadoras pasivas del consumo en todas sus diversidades, o colaboradoras desesperanzadas de otra sociedad posible.

Este tiempo que vivimos requiere necesidad de protagonismo; de estar y permanecer; de participar y acompañar; de cuidar y ser cuidados; de paciencia, pero también decisión; de provisionalidad, pero también de valentía; de mirada amplia, pero con los pies en el territorio y en la cercanía; de muchas preguntas, pero probablemente de pocas respuestas; es tiempo de puentes y de encuentro; es tiempo de expresar sentimientos y nunca de frialdad e indiferencia.

c )Es tiempo de derechos. No es tiempo de servicios.

(Los servicios sociales son la herramienta de la sumisión. Los derechos sociales lo son de la dignidad).

Ni el sistema neoliberal, ni la sociedad neoliberal cree ya en los derechos para todas las personas, (techo, comida, sanidad y educación); y casi nadie discute el papel subsidiario de los servicios sociales, que aparecen como las migajas del propio sistema socio económico.

Casi todos y todas tenemos asumida la desgracia de las personas pobres como consecuencia del dios mercado que nos domina. “¿Cómo van a acceder a derechos sin son vagos?”. Si no se participa de los derechos fundamentales, son muchas personas las que sienten que, en ellos está la culpa y la desgracia. Como se piensa y expresa, también, que, más que tantos servicios sociales, más trabajar y más esfuerzo; o otras expresiones y sentimientos peores, aunque no se expresen.

Nunca, parece, que hayamos conocido otra sociedad con más posibilidades para todos los seres humanos, para poder participar de su inmensa, aunque no infinita, riqueza.

Saber dar equilibrio entre todos y cada uno de los pueblos de la tierra, con el máximo respeto, a su propio medio, tierra, agua, naturaleza y medio ambiente, dicen muchas personas, que será la máxima sabiduría que nos conduzca a recuperar la dignidad de todos y todas sin excepción.

Esto choca con la destrucción y abandono del campesinado en nuestra cercanía, signo y símbolo histórico del equilibrio entre el ser humano y la naturaleza, por ejemplo, a costa de la agroindustria. Como choca esta sabiduría con la sobreexplotación de los recursos, del propio medio y de muchas personas a las que se les impone; terminando muchas de estas personas arrastradas hacia los servicios sociales.

Es tiempo de búsqueda para encontrar caminos en el reparto de la riqueza que suponga una nueva cultura en la vida y en las relaciones. Es un esfuerzo necesariamente comunitario para poder conseguirlo. Los servicios sociales nos individualizan y despersonalizan, mientras que poder acceder a los derechos fundamentales en una sociedad de tantos recursos, este hecho nos hace más, necesariamente, comunitarios.

d) Es tiempo de escuela y autonomía.

(Abrir en todos nuestros colectivos espacios de formación para una nueva conciencia a la que nos lleva el momento; nueva conciencia nacida de una mentalidad abierta, informada, en aprendizaje compartido y del diálogo que apuesta y sueña en momentos de incertidumbre; pero que aspira a encontrar otra cultura y modo de vivir).

Raúl Zibechi, en el libro “Latiendo resistencias”, señala en cuatro ejes las diferencias de los movimientos sociales del llamado Primer Mundo (los nuestros), respecto de los movimientos sociales en América Latina. En primer lugar, “La influencia de las corrientes políticas de resistencia social y cultural, como, por ejemplo, las comunidades eclesiales de base o la insurgencia indígena o la militancia revolucionaria o la educación popular formulada por Paulo Freire”. En segundo lugar, “El arraigo territorial de sus movimientos, arraigo en espacios físicos”. En tercer lugar, “Que los movimientos latinoamericanos están tomando en sus manos la educación y la formación de sus integrantes y equipos dirigentes”. Y en cuarto lugar, “estos movimientos tienden a dotarse de una organización más flexible y menos jerárquica, más informal y menos institucionalizada”. Y estas diferencias, salvando las situaciones y los tiempos, nos dejan lecciones que hoy también serán buenas para nuestro aprendizaje y prácticas; de tal manera que podremos percibir y ensayar algunas de sus consecuencias.

Primera, cómo la explotación y la opresión como signos del empobrecimiento, requieren el compromiso claro de resolver los problemas comunitariamente. Segunda, la apuesta que en muchos casos han hecho de desarrollar la capacidad de autonomía y de asegurarse la sobrevivencia en ciertos territorios y espacios. Tercera, las formas de vida tomadas para avanzar en una sociedad sin clases desde las relaciones igualitarias y horizontales. Cuarta, la utilización y desarrollo de la cultura popular para afianzar la autoestima de los empobrecidos y partir de sus capacidades. Quinta, en palabras de Raúl, “luchar para cambiar el mundo sin esperar nada a cambio ha fortalecido el pensamiento crítico, y unido a una ética de poner el cuerpo junto a las ideas, ha modificado la relación de fuerzas a favor de los de abajo”. Sexta, señala también, “el vivir, de manera que se establezca una relación armoniosa entre los seres humanos y la naturaleza, ya que no puede haber diferencias entre el modo como las personas se relacionan entre sí y como lo hacen con el espacio donde viven”. En una séptima lección, y refiriéndose a la cultura urbana y los barrios apunta, “vivir por una cultura diferente capaz de conformar un mundo de vida popular, incluyendo relaciones económicas por fuera del mercado”. Puede ser, también, una lección aprendida de las diferencias en los movimientos sociales, esta última aportación, “la forma como cuidan la salud, como se auto educan, como producen sus alimentos y como los distribuyen no siendo una mera reproducción del patrón capitalista”.

Aprender nuevas lecciones, y estas pueden ser algunas, nos ayudará a protagonizar otro futuro esperanzador. Seguro que provisional, nunca definitivo a corto plazo, pero para disfrutar. Nada del futuro tendrá que ser igual.

El aprendizaje y la utilización sabia de las nuevas tecnologías y de las redes sociales como novedad del presente y riqueza imprescindible del futuro, pueden impedir que la desigualdad siga creciendo; que siga creciendo el sufrimiento de los empobrecidos, que siga creciendo el de las víctimas. Saber gestionar este derecho, podrá ser una herramienta de autonomía y dignificación humana, y esto lleva tiempo.

4.- Proyectos para este tiempo distinto.

a) Proyectos de acompañamiento.

(Somos personas necesarias en una misma sociedad).

Somos acompañantes, todos y todas, en una sociedad demasiado aislada y en soledad. Ser conscientes de que no vamos ni solos ni solas, que alguien va junto a cada persona y probablemente algo puedo aportarle o me puede aportar a mí, es imprescindible. Caminar con este talante, ya no sólo como personas individuales, sino también como colectivos, es necesario.

Lo primero que ponemos en juego es nuestra vida junto a la vida de la otra persona. Nuestros conocimientos, títulos o saberes, “nos acompañan para saber mejor acompañar”, pero no son definitivos. Nuestros colectivos y movimientos no están sometidos o guiados por la profesionalidad de sus miembros, sino por la sensibilidad que compartimos como personas.

Tener en nuestro hacer y cercanía el desarrollo de una “escuela de acompañamiento” tendrá que ser una de las iniciativas a desarrollar y tener en marcha en los colectivos y movimientos.

b) Proyectos de acogida.

(El mercado deja demasiadas víctimas en el camino).

Abrir puertas. Abrir conciencias. Abrir colectivos y proyectos enquistados que sólo buscan dar respuesta con una mirada muy corta, a veces, a las necesidades de profesionales o a intereses económicos y sociales nada transformadores.

Extender iniciativas con espacio para las víctimas que protagonizan una de las situaciones de mayor insensibilidad en la sociedad, pues, probablemente, hayan sido culpabilizadas o criminalizadas por la deriva punitiva de demasiadas leyes y comportamientos sociales.

En el Medio rural, o en el Medio urbano, o en espacios ocupados por las personas diferentes, están exigiendo de colectivos y movimientos que apuestan por el crecimiento comunitario para transformar la sociedad, espacios abiertos permanentes para crecer en una conciencia común ante la realidad, para emprender un camino con otras personas, para ir soñando una nueva sociedad.

c) Proyectos de referencia comunitaria y construcción comunitaria.

(Debemos pasar de la sociedad de las palabras, a la sociedad de las respuestas).

Toda situación de empobrecimiento se asienta en la invitación a competir para construir una sociedad individual e insolidaria. Esta apuesta del mecanismo socio económico que nos dirige va entregando víctimas al propio sistema para servirse de ellas y reforzar desde la dependencia el negocio de las necesidades generadas en esas víctimas. (Expulsa el campesinado como manera de vivir y les pone en la obligación de comprar, lo que antes producían ellos mismos, en las grandes superficies del mercado y la agroindustria). (Se controlan las aspiraciones de muchas personas jóvenes con el consumo y oferta de drogas con las que el sistema socio económico las ha convertido en el segundo negocio mundial).

La respuesta para hacer frente a un sistema utilitarista y mercenario sólo está en comunidades de base, en grupos de referencia, que no necesariamente viven en común, pero sí hacen de la comunidad, de sus iniciativas y el apoyo comunitario un estilo de vida que transforma la realidad precaria y empobrecida que surge del individualismo.

Las autoras del libro “la vida en el Centro”, afirman que “los seres humanos existimos porque somos parte de una comunidad…Y, desde esa relación nos comprendemos, organizamos la vida cotidiana y resolvemos las tareas que permiten que nuestro corazón siga latiendo” (Pag.212). Y cuando esta afirmación la concretan en la realidad de las mujeres, dicen que, “los bienes comunes han sido desde muy atrás seguro de vida para las mujeres y las personas más pobres, excluídas de la propiedad privada. Es el caso de tierras comunales en las que se comparten trabajos y producción, organizaciones comunitarias que gestionan la comida en grupo, personas que se quedan con menores de otras familias, trabajos domésticos compartidos, etc…” (Pag. 212 – 213).

d) Proyectos con autonomía, protagonismo y horizontalidad.

(Creíbles, aunque no necesariamente asentados en la rentabilidad).

Todo cuanto produce el individualismo ha de ser rentable. Todo lo que produce lo comunitario se ha de sustentar en la autonomía de las relaciones comunitarias. Construir con autonomía lleva consigo el protagonismo compartido desde la incorporación de todos y de todas. Y, cuando se posibilita la participación de todas las personas de la comunidad, no siempre la rentabilidad económica se convierte en el guía.

Un proyecto que se sustenta en la comunidad cuida la horizontalidad en las relaciones, en la organización, en la participación y en las decisiones; en el reparto de la riqueza y en la utilización de los bienes en común.

Los proyectos construidos en la cercanía, incluso en las microrelaciones, deben generar autonomía y a la vez necesidad de red, para sentir con otras personas que también mi pequeño proyecto tiene viabilidad. Es “mi gente”, no lo “macro”, quien me asegura la credibilidad.

Afirman las autoras del libro citado “La vida en el centro” que “cuando nos dijeron que la propiedad privada era más eficaz, no nos dijeron que esa propiedad privada no estaría repartida en equidad, sino que se distribuiría desde el criterio del poder,… y se colocaría por encima del bien común”. (pag.213).

e) Proyectos en Red.

(Muchas pequeñas iniciativas, como eslabón a eslabón, en una cadena que nos entrelaza y refuerza).

La red corresponsabiliza a todas las personas y grupos en la dinámica comunitaria y en el desarrollo de cualquier proyecto e iniciativa de una sociedad que se mueve dentro de ella. La red hace más visible lo pequeño. La red enriquece y da seguridad en medio de la intemperie, a veces muy agresiva con las pequeñas cosas. La red abre horizontes de lucha y sostiene en las mayores dificultades. La red genera, sobre todo fuerza, permanencia y claridad de horizontes. La red asegura crecimiento desde la provisionalidad necesaria cuando parece que estamos en un momento donde nada aparece como la única verdad del futuro.

5.- Acciones e iniciativas para este tiempo distinto.

a) Acciones que den respuesta al acceso a los derechos fundamentales de las personas. (Ej. Grupos, comunidades de apoyo mútuo)

b) Acciones que busquen encontrar respuesta a la crisis medioambiental y de la tierra, con alternativas de producción y uso energético. (Ej. Facturación energética con empresas alternativas).

c) Iniciativas que extienden a la responsabilidad de todas las personas la tarea de los cuidados. (Ej. En cuidados a mayores. O niños y niñas)

d) Iniciativas que vuelven la mirada al campesinado y un modelo de vivir. (Ej. Huertas sociales.)

e) Acciones e iniciativas que favorecen la ciencia, la formación, la educación y una nueva conciencia personal y colectiva para una sociedad distinta. (Ej. Espacios abiertos. Escuelas Sociales. Puntos de información).

f) Acciones e iniciativas comunitarias que promueven y protagonizan autosuficiencia.(Ej. Redes de apoyo comunitario en la alimentación de cercanía).

g) Acciones e iniciativas que buscan acompañar la soledad de amplios sectores de la población. (Ej. Personas mayores)

h) Iniciativas y acciones que acompañan a personas diferentes. (Ej. Refugiados).

i) Iniciativas y acciones que acompañan la enfermedad y el cuidado cotidiano de las personas enfermas. (Ej. Iniciativas en discapacidad).

j) Iniciativas que favorezcan el intercambio, el aprendizaje y el conocimiento directo de los proyectos que vamos desarrollando y otros grupos desarrollan. (Ej. Nos visitamos y conocemos en profundidad)

k) Acciones sencillas y en red para tiempos complicados. (Ej. Campañas aisladas, ocasionales).

l) Acciones e iniciativas que se organizan para una economía distinta, comunitaria y ética. (Ej. Coop57, Fiare).

m) Iniciativas en el uso autónomo, independiente, pero comunitario de las Redes Sociales y la aplicación de las nuevas tecnologías. (Ej. Redes sociales alternativas)

n) Acciones organizadas de apoyo a causas necesarias para una mirada feminista global y a las luchas feministas que intentan “Colocar las vidas en condiciones de dignidad”. (Ej. Mujer y cuidados. Mujeres campesinas).

o) Reforzar que somos y participamos de movimientos sociales que presentan permanentemente resistencia con causas alternativas. (Ej. Lucha contra las minas, por un medio rural vivo).

6.- Herramientas que utilizaremos para este tiempo distinto.

a) La cultura del encuentro.

(Necesitamos vernos, tocarnos y sentir juntos y juntas).

Esta cultura es la de la cohesión social y de la comunicación, la experiencia asociativa, el diálogo y la conciencia social distinta compartida con la gente y entre la gente. La participación y protagonismo de la ciudadanía.

Es la cultura de las puertas abiertas, en las fronteras y en los pueblos. En el encuentro se pone la vida. En el encuentro se pone cada persona. En el encuentro se pone el cuerpo y los sentimientos.

Es la cultura de la gratuidad. Es la cultura del tiempo “a fondo perdido”. Es la cultura de los interrogantes compartidos para buscar respuestas, que no necesariamente encontrarlas. Es la cultura del verse reconocido o reconocida, frente a vernos como extraños.

Es la cultura de creernos todos y todas necesarios y necesarias, pero no imprescindibles. Es la cultura de los diferentes y las diferentes, pero nunca de los desiguales o las desiguales.

b) La cultura de los cuidados.

(La tarea imprescindible de cuidar, cuidarnos y cuidarse)

Supone asumir con responsabilidad y el asegurar los derechos humanos fundamentales como son la comida, el techo, la salud y la educación en todas las personas. El modelo social que no nos lleva a asegurar esta herramienta como derecho incondicional y no negociable, no vale para vivir con esperanza este momento distinto.

Crear redes de comercialización de productos cercanos entre productores y consumidores es una herramienta concreta para favorecer la sostenibilidad ambiental, defender a los pequeños campesinos y campesinas, y cuidar un modelo de vivir más humano y justo.

c) La cultura de lo comunitario.

(Solo la comunidad nos ayuda a situarnos en clave de futuro)

La cultura que apuesta y ejerce por otro modelo de vivir; planteando apuestas difíciles y radicales como pueden ser las Rentas Básicas, concretadas en “Las Rentas Básicas de las personas iguales” (Rbis), por ejemplo, para la distribución de la riqueza; o la utilización de servicios comunitarios de todo tipo.

Se podrá entender la herramienta de las rentas básicas solamente en la dinámica comunitaria para recuperar la vida empobrecida en una sociedad que alimenta la desigualdad más extrema.

d) La cultura de lo común.

(La sociedad distinta no se construye desde “el mio”, sino desde “el común”)

Para desarrollar las iniciativas que vamos poniendo en marcha o vamos soñando, los recursos humanos y materiales son importantes y en muchas de ellas imprescindibles. Los primeros recursos que debemos intentar poner en juego son los del común de esta sociedad, sean privados o públicos.

Recursos económicos, infraestructuras, personas de ayuntamientos o de otras entidades públicas o privadas, debemos exigir y procurar que estén puestas al servicio de las iniciativas que van a afrontar respuestas a algunas de las necesidades de las personas que acompañamos, bajo alguna forma de gestión para lo común.

Lo público y lo común no siempre es lo mismo y coincide, pero la cultura de lo común ha de hacer que lo público, en muchos casos, tenga un papel fundamental en lo común; como podrá pasar con lo privado pero puesto, también, al servicio de lo común. (Una infraestructura del ayuntamiento o de la Iglesia, o de una entidad privada; puede ser cedida de alguna forma para formar parte de una iniciativa puesta al servicio de lo común).

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